Si piensas en la palabra «gofre», probablemente te venga a la cabeza Bélgica, en donde se puede disfrutar de lo lindo de los deliciosos gofres de Bruselas o de Lieja. Como dentro de dos días se celebra el Día del Gofre y somos algo golosos, hemos dedicado todo un artículo a este maravilloso dulce.
¿Alguna vez habías imaginado a Platón saboreando un gofre? Por muy raro que pueda parecer, no es una idea tan descabellada. Ya en la antigua Grecia, los griegos preparaban obelios (ὀβελίας),, unos pasteles muy finos hechos con una masa que se cocinaban entre dos placas calientes de metal. Podríamos decir que estos dulces son los antepasados de los gofres.
Más tarde, en la Edad Media, estos pasteles pasaron a enrollarse y a rellenarse como si fueran conos.
En el siglo XIII, un artesano diseñó unas nuevas placas con ondulaciones similares —llamadas gaufres en francés— a las de un panel de miel, que es lo que se parece a la forma del gofre de hoy en día.
Con el tiempo, esta receta ha ido variando según los diferentes países y culturas. Sin embargo, los gofres con más éxito son aquellos que provienen de los Estados Unidos. Los emigrantes que llegaron a EE. UU. trajeron con ellos la receta del wafel holandés(que derivó en waffle en inglés). En 1789, Thomas Jefferson volvió de Francia con la plancha de gofres que conocemos hoy en día. Sin embargo, el belga Maurice Vermersch fue quien puso de moda servirlos acompañados de otros ingredientes dulces (nata, sirope, chocolate, etc.) en 1960. Esta idea gozó de tanto éxito que llegó hasta la Gran Manzana y adoptó el apodo de «gofre belga» que conocemos a día de hoy.
Es innegable que la gastronomía es el reflejo de la evolución cultural de los pueblos, y los gofres tienen una gran historia intercultural que procede de Grecia y pasa por Holanda, Francia, Bélgica y Estados Unidos.
¡Feliz Día del Gofre!
Podéis consultar el artículo original que escribí aquí: ¿De dónde vienen los gofres?