Hoy quiero compartir con vosotros unas pautas que conviene recordar para llegar a entregar una traducción de calidad.
- Tener en cuenta el contexto: sin contexto, un traductor no es nada. De la misma manera que cuando nos preguntan por la traducción de una palabra sin contexto no podemos responder, también debemos tener en mente el contexto de lo que estamos traduciendo. ¿Qué hacemos si no lo tenemos (como los casos de palabras sueltas en un Excel)? Siempre se puede preguntar al cliente. Eso no nos restará credibilidad como traductores, al contrario: debemos explicarle que el contexto es fundamental para que el resultado final sea óptimo. De hecho, blarlo tiene en su plataforma un espacio para que el traductor pueda consultar cuantas veces sea necesario sus dudas al cliente, y que esta pueda orientar al traductor con sus indicaciones.
- Documentarse bien (siglas, nomenclaturas y un largo etcétera): la documentación es clave para una buena traducción. Sin embargo, el uso de siglas y nomenclaturas pueden traernos un largo quebradero de cabeza, por lo que es muy importante documentarnos para saber si son siglas que se traducen y cómo se traducen. Aconsejamos la lectura de este breve artículo de la Fundéu sobre la traducción de siglas.
- Respetar la terminología: es esencial para que el texto sea homogéneo. Si se trata de la traducción de una página web o de un documento relacionado con otros que hayan sido publicados anteriormente, es recomendable que le pidamos dichos documentos al cliente con el fin de garantizar esta homogeneidad. Por otro lado, también podemos investigar la documentación en línea del cliente, que, en nuestra experiencia, casi siempre da resultado.
- Evitar las faltas gramaticales, ortográficas y ortotipográficas: es un punto que resulta tan obvio que lo hemos de incluir en esta lista. Por desgracia, existen profesionales que se venden como tal y que cometen unas faltas garrafales. Para evitarlas, recomendamos encarecidamente el uso del corrector ortográfico y una revisión después de traducir. Todos somos humanos y podemos cometer errores, por lo que la revisión es más que necesaria.
- Hacer un uso correcto del gerundio.
- No abusar de la voz pasiva, tan propia del inglés.
- Recordar el uso de los puntos de exclamación/interrogación. Tampoco está de más utilizar nuestro querido punto y coma de vez en cuando.
- Revisar el uso excesivo de mayúsculas: por influencia del inglés, existe una tendencia cada vez mayor a utilizar mayúsculas innecesarias, particularmente en los títulos. En este apartado, aconsejamos la lectura de estos artículos publicados en el Centro Virtual Cervantes.
- Respetar los nombres propios: los nombres propios de persona NO se traducen a excepción de los miembros de las familias reales, de los papas, de los santos y de determinados artistas. En cuanto a los topónimos, recomendamos la lectura del este artículo.
- Tener presente los falsos amigos: se trata de un error particularmente frecuente en traductores con poca experiencia. Si hay alguna palabra o expresión que no te cuadrara en tu traducción, lo mejor es que vuelvas a consultar diferentes diccionarios y fuentes para cerciorarte de su significado. Es más que probable que se te haya pasado algún detalle aparentemente insignificante.
- Adecuarse al estilo del cliente: está claro que cada uno de nosotros tiene un estilo y puede no gustar a todo el mundo. Por ello, es conveniente preguntarle al cliente por el tipo de estilo que prefiere. Si la comunicación con él es inexistente (situación que puede ocurrir), aconsejamos mantener el estilo del texto original y comprobar el estilo de traducciones anteriores publicadas en la red.
- Evitar el uso de traductores automáticos: es un punto de manual más que evidente pero que creemos necesario subrayar debido a las barbaridades que leemos casi a diario. Y para muestra, un botón.
- Evitar la literalidad: varios estudios han demostrado que los traductores noveles tienden a ser más literales que aquellos que son más experimentados, y suelen ser estos últimos quienes suelen brillar más en sus traducciones, probablemente debido a sus años de experiencia. No queremos decir con esto que ser literal siempre corresponda a una mala traducción sino que debemos de cuidar nuestra redacción y no caer en extranjerismos.
- Dejar reposar la traducción y revisarla: muchos de los encargos que recibimos son para ayer y lo sabemos de sobra. Sin embargo, si hoy es de esos días en los que has sido ágil y has terminado antes de tiempo, levántate, hazte un café, estira las piernas, cambia de actividad el tiempo que puedas y revisa tu traducción. Es más que probable que hagas ciertas modificaciones para mejorar el texto puesto que puedes ver el texto desde otra perspectiva. Podríamos afirmar que este paso puede ser la clave para entregar un trabajo de calidad.
Por otro lado, también incluyo algunas aportaciones que han llegado desde Facebook y que me parecen muy acertadas.
- Tener una imaginación desbordante cuando el original está mal redactado (prácticamente) lo que ocurre a menudo (Gaëlle Van Binst).
- Tener en cuenta el propósito del documento y los factores culturales (Denise Tarud).
- Saber emplear la explicitación cuando sea necesaria y tener en cuenta la audiencia meta (Francisco Govín Toalá).
- Tener consultores de los temas que traducimos (Liliana Carlos Torres Bourguet). ¡Ojalá fuera siempre posible!
- Tener siempre en cuenta los destinatarios y la función del TT (Steffi Wimmer).
- El uso correcto de la fraseología, a la que se presta poca o nula atención. Cada gremio profesional tiene no solo una terminología específica, sino una forma peculiar de expresarse. Si esta no se respeta, la traducción puede ser correcta pero no se siente natural (Gustavo A. Silva).
Podéis consultar el artículo original que escribí aquí: Consejos para traducir bien del inglés (o desde cualquier otra lengua)