La otra cara del traductor: la inteligencia emocional como clave para liderar y gestionar proyectos de traducción

Además de mi actividad como traductora, lo cierto es que estos dos últimos años me he centrado fundamentalmente en la supervisión y gestión de equipos. Han sido dos años y medio en los que he aprendido no solo a nivel lingüístico sino que también me he tenido que enfrentar a situaciones en las que, como traductora autónoma, nunca me había visto envuelta previamente. 

Como supervisor y responsable de un departamento —y como ser humano que se enfrenta a una situación a priori problemática—, lo fundamental es buscar una solución lo más rápido posible que, a poder ser, contente a todas las partes. Y, cuando hablo de «todas las partes» en este caso, hago referencia al cliente y al equipo que se gestiona. Si, dado el caso, el equipo está compuesto de varios colaboradores, la situación puede llegar a complicarse aún más, puesto que tratamos de resolver un problema con personas con —posiblemente— diferentes grados de inteligencia/estabilidad emocional (en cuanto a este último apunte, sería interesante mencionar que la estabilidad emocional de las mujeres suele ser más baja respecto de los hombres por cuestiones puramente hormonales. Si queréis saber más acerca de este punto, os animo a leer varios artículos al respecto, los cuales menciono en mi tesis doctoral —si os interesa, enviadme un correo y os la enviaré encantada—. Si tenemos en cuenta que la profesión traductora es eminentemente femenina, podéis imaginar los potenciales conflictos con los que se puede llegar a mediar. Y, sí, me he documentado muy bien previamente antes de decir algo así por aquí).

Es evidente que, como cliente, siempre buscamos la mayor calidad en una traducción. Ya hablé de los requisitos que me parecen fundamentales en este artículo, por si le queréis echar un ojo. En este sentido, me gustaría mencionar que la calidad se presupone en el caso de un traductor profesional, que traduzca siempre hacia su lengua materna y que esté especializado en la materia objeto de traducción. Sin embargo, como intermediarios, nos podemos topar con diversas problemáticas:

1. El cliente

El cliente puede o no estar en lo cierto. Por ello, es imprescindible contar con un proceso de revisión previo a la entrega al cliente. De esta manera, es más probable (¡pero no imposible!) que la traducción goce de la calidad adecuada. No obstante, como decía, es posible que contenga algún que otro gazapo que se le hayan escapado tanto al traductor como al revisor (insisto en que es poco probable pero sí posible). En dicho caso, es importante contar con la posibilidad de llevar a cabo una auditoría interna por parte de un tercero —otro traductor nativo y especializado en la tipología textual que nos ocupe— para poder sacar una conclusión sólida respecto de la calidad del trabajo entregado. Por supuesto, cada maestrillo tiene su librillo, aunque se podría tomar como referencia los puntos mencionados en este artículo y, por supuesto, adaptarlos.

En caso de que la auditoría interna nos sea favorable, es muy importante trasladarla al cliente para que verifique, punto por punto, que el trabajo que hayamos entregado es válido. En muchas ocasiones —y lo digo por experiencia propia—, numerosas empresas que externalizan sus traducciones remiten estas últimas a un departamento para que su responsable (en el mejor de los casos), quien tiene un B2 de [insertar idioma aquí] y quien «habla con clientes/proveedores extranjeros a diario», las revise. A pesar de que esta persona esté en contacto permanente con el [insertar idioma aquí] y que probablemente conozca la jerga técnica mejor que nosotros, el conocimiento gramatical, ortotipográfico, creativo y de fluidez jamás alcanzará a ser los de un traductor profesional que traduzca a su lengua materna. Por este motivo, es fundamental aportar un informe detallado con las justificaciones oportunas que ayude al cliente a comprender el porqué de nuestra elección. 

2. El traductor

Sin embargo, tal y como avanzaba al principio, es posible que el informe falle a favor del cliente. ¿Qué hacer en estos casos? 

No existe ninguna fórmula mágica, pero si el revisor/auditor fue capaz de detectar errores que el equipo anterior no pudo, lo lógico sería que fuera que este primero se encargara de la corrección. 

De manera paralela —y esto ya es una preferencia personal—, aconsejo enviar un feedback al equipo traductor/revisor para que este: a) sea consciente de los errores y que no los vuelva a repetir en futuras ocasiones; b) pueda explicar el motivo de su elección; c) pueda confirmar que los cambios propuestos por el auditor son correctos.

Aquí es donde entra en juego la inteligencia emocional del equipo, e incluso la nuestra propia. Partimos de la base de que a nadie le agrada tener que enfrentarse a una mala noticia, máxime cuando se trata de un tercero que pone en duda la calidad de nuestro trabajo. Sin embargo, tenemos que aprender a aceptar que somos humanos y que podemos cometer errores. Por experiencia, puedo decir que he trabajado con colaboradores que se disculpan y agradecen el feedback, colaboradores que ni siquiera responden al correo, y otros colaboradores que defienden a capa y espada lo indefendible tras incluso el envío de dos auditorías imparciales. Sin duda, la profesionalidad de los primeros queda patente, mientras que la de los demás brilla por su ausencia, especialmente en el último caso. Si gestionamos equipos, es importante tener en cuenta en todo momento —e incluso, en ciertos casos, incidir en ello— que los comentarios menos favorables que trasladamos son estrictamente profesionales, pues, en caso de traductores con una inestabilidad emocional aguda, he observado una tendencia a interpretar la situación como un asunto personal.

En definitiva, si algo podemos sacar en claro de la profesión del gestor y líder de un proyecto es que, además de ser extremadamente organizado, es imprescindible saber lidiar con las posibles incidencias que puedan surgir, tanto en un plano más profesional como en otro plano más «humano» y «emocional». Para ello, aconsejo fervientemente trabajar y desarrollar aspectos de la inteligencia emocional (podéis consultar una selección de varios libros al respecto pinchando aquí).

Y vosotros, ¿habéis experimentado alguna situación similar, ya sea como traductor o como gestor/líder de un proyecto?

¡Estoy deseando leer vuestros comentarios!

Falsos amigos español – francés

Hoy comparto con vosotros una lista de falsos amigos en la combinación francés < > español con los que me he topado últimamente tanto en estudiantes de francés como en traducciones durante alguna que otra revisión.

Espero que os sea útil y, si tenéis más ejemplos para completar la lista (que seguro que los hay), estaré encantada de añadirlos.

EXPRESIÓN EN FRANCÉS – FALSO AMIGO EN ESPAÑOL SIGNIFICADO REAL EN ESPAÑOL
A – a Tiene / ha
Aigüe – agua Aguda
Aisance – esencia Facilidad
Attendre – atender Esperar
Autel – hotel Altar
Baisser – besar Bajar
Bâtir – batir Construir
Beurre – burro Mantequilla
Bizarre – bizarro Extraño, raro
Cadenas – cadenas Candado
Carnet – carné Libreta
Chat – chat Gato
Cigare – cigarrillo Puro
Cigale – cigala Cigarra
Col – col Cuello / puerto
Con – con Gilipollas
Constipé – constipado Estreñido
Contester – contestar Discutir
Course – curso Carrera / compra
Créer – creer Crear
Crier – criar Gritar
Débile – débil Idiota
Discuter – discutir Conversar
Dos – dos Espalda
Embarasser – embarazar Poner en un compromiso / aprieto
Entendre – entender Oír
Entretenir – entretener Conservar, mantener
Équipage – equipaje Tripulación
Gamba – gamba Langostino
Jubilation – jubilación Alegría
Langoustine – langostino Cigala
Large – Largo Ancho
Las – las Cansado
Nombre – nombre Número
Outil – útil Herramienta
Pisser – pisar Mear
Puis – pues Después
Roman – romano Novela
Quitter – quitar Abandonar
Sable – sable Arena
Scénario – escenario Guión
Taper – tapar Golpear
Timbre – timbre Sello
Taper – tapar Pegar
Usé – usado Gastado

Y, recordad, si no estáis muy seguros de la traducción de una palabra, siempre es mejor consultar el diccionario que aventurarse a escribir cualquier cosa. El lector lo agradecerá. 😉